En la Fraternidad de la Divina Providencia trabajamos cada día para brindar a las niñas un hogar lleno de amor, educación y dignidad. Contar con el apoyo de Motores Pro Niña ha sido un gran impulso para seguir creciendo. Su colaboración nos permite soñar con ampliar espacios, fortalecer la formación en repostería y, en un futuro, abrir las puertas de un nuevo hogar para más niñas que lo necesitan. Nos sentimos acompañadas, comprendidas y sostenidas en esta misión que es de todos. Agradecemos profundamente a Dios, quien obra a través de corazones generosos, y nos permite seguir sirviendo con esperanza y fe cada día.

Cuando descubrí la labor de Motores Pro Niña, supe que quería ser parte del cambio. Saber que mi aporte mensual ayuda a que una niña tenga alimento, educación y un lugar seguro donde crecer, me llena el corazón. No se trata solo de donar, sino de acompañar un sueño. Me siento orgullosa de contribuir a un proyecto tan humano y lleno de esperanza.

Ser parte de Motores Pro Niña como voluntaria en las clases de cocina y repostería ha sido un regalo. Cada vez que entramos a la cocina, no solo compartimos recetas, también construimos confianza, disciplina y alegría. Ver a las niñas aprender, experimentar y descubrir sus habilidades es profundamente inspirador. Como directora de una escuela de repostería, sé que estos conocimientos pueden convertirse en una fuente de ingresos, pero lo más valioso es cómo fortalecen su autoestima. Aquí no solo cocinamos, también alimentamos sueños. Damos gracias a Dios por la oportunidad de compartir, de enseñar y de recibir tanto cada día. Él nos guía en cada paso y multiplica el amor que sembramos en estas niñas.